sábado, 5 de octubre de 2013

Envuelta en la noche

Anoche te divisé bajo la luz de la luna, te veías taciturno y como detenido en el tiempo, me desnudabas a través de tus ventanas profundas de un azul intenso y yo evitaba que descubrieras mi mirada. Te acercaste sin decir nada, sin embargo, estar cerca de mi te parece complicado, no quieres quererme y sientes temor que esté en tu corazón. Me pediste no pronunciara palabra, entonces callé mi voz que quería gritar lo que siento pero no mi deseo de correr hacia ti, de abrazarte, besarte ni tampoco mis pensamientos.

No puedes escapar de esas horas en íntimo dialogo, de mostrar lo que brota desde tus adentros, hay momentos que miras hacia otro lado para no perder tu postura y faltar a tu palabra de controlar, enterrar y descartar ese sentimiento que revolotea en ti.
                                        
Hay días que te arrepientes de tener esa apariencia, de acatar tus decisiones al pie de letra, entonces dejas fluir ese torrente de emociones. Yo, desde el centro de mis sentimientos sospecho cuanto te quiero y que te deseo, pero también siento miedo.

No son solos mis miedos, también saberte enamorado, miedo al verte vulnerable ante el amor que te doblega por primera vez. De ver que no adviertes que ese sentimiento nace en las entrañas y no tiene explicación racional. Pero eres así y debo aceptarlo porque quizás es cierto lo que dices que este sentimiento no nos lleva a nada.

La contrariedad es que me gusta estar contigo, reír y hacerte sonreír, porque a tu lado soy como soy, sin posturas, real, porque contigo comparto mi mundo y mis sentimientos más profundos. Sé que no quieres que cambie porque dejaría de gustarte y la magia acabaría.

Esperemos sin presiones, aguardemos que las incoherencias desaparezcan, quizás el tiempo engrane los sentimientos y los deseos; y tal vez ellos logren derrumbar las murallas que dominan las emociones.

Con esas contradicciones y sensación de vacío me dormí muy tarde en la noche, asumiendo que si quiero estar contigo no puedo atravesar el muro que me has impuesto. Así envuelta en la noche entre la suavidad de mis sábanas y la angustia que me desvelaba que rendida dentro de mis sueños.