domingo, 3 de junio de 2007

El Secreto para la Felicidad

Hace muchos años, no importa cuantos, recuerdo las palabras de un viejo sabio. Él me contó el secreto para la felicidad, me dijo que lo que mas importa en la vida es el alma de las personas y que la clave está en el modo de hacer las cosas, como las miras, de que manera las hueles, como las saboreas y sobre todo como las sientes.

No la busques en el exterior porque no son las riquezas lo que te pueden hacer feliz, todo está dentro de ti, deja libre a tu corazón de rabias y amarguras; y cada cosa que hagas ponle mucho cariño, pasión y por supuesto sin olvidar el amor.

Son las cosas más sencillas las que te llenan el alma, el olor de una flor, mirar un paisaje, detallar el vuelo de las aves o simplemente escuchar la melodía de un silencio. Cada una de las cosas que nos rodea nos puede dar la felicidad solo tienes que descubrirla y aprender a sentirla.

Siempre recuerdo ese viejo sabio que un día conocí, era impresionante todo lo que producía en mí cada vez que me adentraba en cada uno de sus relatos. Me llevaba de la mano a través de su sentir y su imaginación, cada palabra que decía, la forma de expresarlas era lo que me permitía percibir lo más sublime de los sentimientos.

Desde aquél momento aprendí a disfrutar de las cosas más sencillas de la vida, de cada ser humano, de cada sonrisa, deleitarme en el trayecto de un viaje, al caminar por la calle o simplemente al mirar el cielo.

Aprendí a detallar las cosas pequeñas y más simples que existen en la vida, a usar mis seis sentidos, cada día que respiro incorporo la vista y el tacto, la acompaño del gusto, el oído y el olfato y por supuesto sin dejar por fuera la espiritualidad que es el toque mágico.
Todo esto es lo que me permite relacionarme con el mundo que me rodea y apreciar la belleza del más simple panorama, una pintura en un lienzo o palpar con mis dedos una hermosa escultura. He aprendido a disfrutar de lo espléndido de la naturaleza, el canto de un ave, el sonido del viento y hasta puedo captar cada uno de los matices que aderezan los diferentes caminos.

Que espectáculo para la vista deleitarse con la combinación del verde de un árbol con el marrón de la tierra o el azul del cielo que le sirve de escena. Que belleza percibir el sentimiento de un par de enamorados o simplemente admirar dos ancianos agarrados de la mano.

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